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HABLAR es fácil, pero CALLAR requiere prudencia y dominio.
HABLAR oportunamente… es acierto.
HABLAR frente al enemigo… es civismo.
HABLAR ante la injusticia… es valentía.
HABLAR para rectificar… es un deber.
HABLAR para defender… es compasión.
HABLAR ante un dolor… es consolar.
HABLAR para ayudar a otros… es caridad.
HABLAR con sinceridad… es rectitud.
HABLAR de si mismo… es vanidad.
HABLAR restituyéndote fama… es honradez.
HABLAR disipando falsos… es conciencia.
HABLAR de defectos… es lastimar.
HABLAR debiendo callar… es necedad.
HABLAR por hablar… es tontería.
CALLAR cuando acusan… es heroísmo.
CALLAR cuando insultan… es amor.
CALLAR las propias penas… es sacrificio.
CALLAR de si mismo… es humildad.
CALLAR miserias humanas… es caridad.
CALLAR a tiempo… es prudencia.
CALLAR en el dolor… es penitencia.
CALLAR palabras inútiles… es virtud.
CALLAR cuando hieren… es santidad.
CALLAR para defender… es nobleza.
CALLAR defectos ajenos… es benevolencia.
CALLAR debiendo hablar… es cobardía.
Es así que debemos aprender primero a CALLAR para luego poder HABLAR…
Ante todo lo expuesto, líneas arriba, caro lector de «elPeriódico» recuerde siempre: Que sus palabras sean más importantes que el silencio que rompa…