Noticias El Periódico Tarija

La esperanza del gas, de la que hablamos hace mas de una década y no vemos sus resultados, al parecer se quedó en eso, con muchos esperando, unos cuantos aprovechando y el  progreso pasando de lado. Ese gas que hizo de Tarija el Departamento más rico de Bolivia y envidia de sus hermanos que miraron su «billetera » llena con más de lo que necesita o de lo que puede gastar. Por lo menos esas sensaciones se perciben en las intenciones manifiestas cuando se habla de lo que tenemos olvidando que el país todo vive hoy gracias a lo que sale de nuestro suelo pues Tarija como región productora recibe un porcentaje mínimo en relación a lo que sirve para sostener el Estado nacional con la distribución de recursos a las demás regiones.

Si algo trajo el gas a este pueblo fue esperanza, de que sus necesidades serían satisfechas, de que sus clamores serían atendidos, de que una nueva vida se acercaba, con salud para todos, con educación incluyente, desarrollo productivo, servicios básicos, carreteras,etc, en resumen, que el gas llegaría a todos para bien, para mejorar nuestras vidas. Y resulta que diez años después y más, todo sigue casi igual, una ciudad capital donde los problemas son los mismos de antes sólo que más grandes y graves porque creció la población y las presiones son mayores. Un Departamento en el que el dinero se escurre entre las manos de quienes lo administran en bonos y proyectos que no terminan de convencer porque no se siente su influencia en el entorno económico. «La historia del gas se quedo en eso, una simple y bonita historia pues hasta hoy nos la siguen contando». Los millones pasaron y siguen pasando, de unos a otros, y ninguno es capaz de explicar que hizo con lo que le toco «manejar» pues no se lo ve en la calle, en el campo ni en los pueblos o comunidades y las interrogantes se agigantan y la transparencia aparece manchada con porquería y el fantasma de la corrupción despide olores pestilentes.

Nos alegramos cuando se anuncia el descubrimiento de un nuevo bolsón de gas en un campo bendito en nuestro suelo, lo hacemos con la esperanza de que esta bonanza se prolongue para darnos tiempo de «ubicarnos» mejor sobre lo que tenemos en las manos y dejamos escapar pues con muy poco de lo que ya se «invirtió en la gente» podíamos haber solucionado los problemas de los próximos 20 o 30 años. Por eso, que se siga descubriendo gas se recibe con el corazón abierto para que quienes nos siguen, otras generaciones, nuestros hijos, tengan mayor claridad para decidir como mejorar sus vidas ante la realidad que «los de ahora» no sabemos aprovechar. Siempre serán buenas noticias más allá de todo el daño que nos causó el tener ésta riqueza, sólo queda esperar que la sabiduría llegue por lo menos a los que vienen por detrás.