Carlos Miranda
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Cuando J.D. Rockefeller ya era multibillonario, un reportero le preguntó:” cuál era el negocio más rentable que había”. Rockefeller contestó rápidamente: “una empresa petrolera bien manejada”. El reportero insistió. “Y cuál sería la segunda empresa más rentable”. Esta vez meditando unos segundos contestó: “Una empresa petrolera mal manejada”. Estas declaraciones revelaron la alta rentabilidad de las empresas petroleras.
Como todas estas empresas son públicas, el primer trimestre de cada año deben informar su estado financiero y de reservas.
Este pasado trimestre, por primera vez las empresas petroleras privadas no pudieron reportar utilidades ni distribuir dividendos a sus accionistas. Además informaron sobre restricciones en sus gastos de operación, y desarrollo de proyectos. La exploración fue la actividad más afectada. No pudieron, como era acostumbrado, mostrar cifras de incrementos de reservas o reemplazo de las producidas. En general, tan solo se mostraron cifras de reposición de 80% de lo producido.
Las grandes empresas petroleras estatales están sufriendo efectos similares. La situación de PEMEX es muy compleja porque está inmersa en la Reforma Energética iniciada en su país.
El caso de PETROBRAS, es dramático. Continúa sumida en una maraña y laberinto de corrupción de gigantescas proporciones.
Por la disminución de actividades y cancelación de proyectos, hasta la fecha se tiene estimado el retiro o alejamiento de cerca a 20.000 técnicos y profesionales altamente calificados.
En gran síntesis, la imagen que las compañías petroleras eran siempre altamente rentables, está siendo desvirtuada por la sostenida caída de precios del petróleo iniciada el 2014.
Parecería que las afirmaciones atribuidas a D. Rockefeller, sobre la industria petrolera, han perdido su valor. Casi como una corroboración de lo anterior, se ha informado que las inversiones del grupo Rockefeller en la industria petrolera serán retiradas para dedicarlas al desarrollo de energías no contaminantes como lo pide el Acuerdo de Paris.
Dentro de este reacomodo de las empresas petroleras, nuestra situación es diferente, compleja y difícil con gran repercusión en nuestra economía. La industria petrolera nacional se ha convertido en la industria más importante del país.
La rentabilidad de las empresas petroleras que operan en el país, tiene sus peculiaridades. De acuerdo a la Ley de Hidrocarburos, sólo YPFB está autorizada para comercializar toda la producción de petróleo y gas. El 50% del dinero obtenido por la venta de estos hidrocarburos, es transferido directamente por YPFB al TGN, como Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH).
Hasta el 40% de lo recibido en la venta total de la producción es utilizado por YPFB para pagar a las empresas por gastos de operación incurridos para lograr la producción vendida. El monto de las entregas por gastos de operación es sujeto a revisión de YPFB. El 10% restante en los ingresos es dividido entre YPFB y la empresa productora en base a tablas de cálculo acordadas contractualmente, como utilidades para cada una de las partes.
El sistema descrito fue acordado entre el Estado y las empresas cuando el precio del gas de exportación estaba entre $us 2 y 3/MMBTU. Como todos sabemos, este precio ha ido subiendo hasta llegar a los $us 10/MMBTU (± $us 100/barril de petróleo). En todo ese tiempo, los márgenes de distribución de los ingresos se han movido de adecuados a altamente generosos. Actualmente el precio del gas de exportación es ± $us 3/MMBTU (± $us 30/barril de petróleo). La rentabilidad de las empresas operadoras en el país ha dependido de los reembolsos que recibe por gastos de operación y la división de utilidades con YPFB.
Lamentablemente, los montos por gastos de producción y los percibidos como utilidades no son de conocimiento público, pero hasta la fecha no se ha manifestado ninguna disconformidad u observación por las empresas o por el Estado.
Termino, utilizando un pseudotérmino económico popularizado por el gobierno. Esperemos que el pago por gastos de operación a las empresas sirva como un “blindaje” contra cualquier reducción en programas de exploración y su personal especializado.