Noticias El Periódico Tarija

Víctor Codina S.J.

Sería lástima que esta profética Carta pastoral de los obispos de Bolivia HOY PONGO ANTE TI LA VIDA O LA MUERTE sobre la drogadicción y el narcotráfico quedase reducida a una sola frase mediática sobre la penetración del flagelo en la sociedad boliviana y que esto provocase rechazo o bloqueo. En realidad la verdad profética siempre duele… Esta Carta nace de la preocupación pastoral de los Obispos de Bolivia y forma parte de su misión evangelizadora que no se encierra en las paredes del templo o de la sacristía. Esta preocupación ya viene de lejos y tras varios años de maduración se expresa en esta Carta pastoral. La Iglesia no puede quedar indiferente ni resignada al ver las terribles consecuencias negativas del narcotráfico y de la drogadicción, sobre todo en la juventud.

Reconociendo que la gravedad del narcotráfico -al que califica de pecado- es diferente de la situación de las víctimas de la drogadicción, por un vacío de valores, no se pueden silenciar estos hechos innegables, sea cual sea la cuantificación que se les asigne. Y siguiendo la metodología de la Iglesia Latinoamericana-ver, juzgar, actuar-la Carta pastoral tras constatar la gravedad de esta situación, la ilumina a la luz de la fe cristiana. Dios es el Dios de la vida y el Padre de la misericordia que quiere para nosotros la vida y la felicidad, y respetando nuestra libertad pone ante nosotros la vida o la muerte. Si atraídos por el ídolo del dinero o la búsqueda momentánea de un placer fácil y alienante escogemos la droga, estamos eligiendo la muerte: muerte existencial, muerte y destrucción de otros-sobre todo jóvenes- violencia, abuso de la naturaleza y ruptura de nuestra relación con Dios.
Pero la Carta pastoral no solo denuncia sino que anuncia el perdón y la misericordia, la posibilidad de conversión. La condena del pecado está unida al llamado a acogerse a la misericordia del Padre, de la cual Jesús es su rostro humano. Jesús sana, acoge, perdona reintegra. También la lepra de la drogadicción y del narcotráfico tiene posibilidad de perdón, de reinserción social y eclesial. La Iglesia es sacramento de la misericordia
Por esto la última parte de la Carta expresa el compromiso por una vida sin adicciones. Nadie queda excluido de esta tarea: familia, gobierno, educadores, instituciones médicas y sanitarias, centros de reinserción, trabajo con jóvenes y familias, instituciones sociales, centros de reclusión, la pastoral de toda la Iglesia. Continuas referencias a textos y discursos del Papa Francisco en Bolivia y Latinoamerica- “mercaderes de la muerte”, “reclusión no es exclusión”…- iluminan y refuerzan  está proféticas páginas.
Es una Carta pastoral  para ser leída despacio, para ser meditada, comentada y dialogada, difundida no sesgadamente… y sobre todo para tomar una postura personal y colectiva: ¿elegimos la vida o la muerte?