Raúl Pino-Ichazo Terrazas
(Abogado, Escritor, Catedrático)
“La mujer es el ser más importante de la creación”, es una frase con contenido histórico inequívoco acuñada por el autor de esta introducción al libro “LA MUJER”, en su segunda edición.
“LA MUJER”, es un libro desarrollado con sentimiento leal a la acción de la mujer desde la creación, cuyo rol se puede establecer como determinante, no solo por la bendición de Dios a la mujer para generar vida, sino por sus reformadoras actitudes en el decurso de la historia universal para erigir un mundo justo sin discriminaciones de ninguna índole que retrasan la convivencia perenne con el bien común y la justicia y que tiendan preferentemente a la perfección de los miembros de una sociedad, sobre todo de la familia donde los miembros de la misma llegaran a ser miembros realmente perfectos de la comunidad familiar, provistos de todos los valores humanos que enriquecen la vida.
La colectividad debe ser ante todo cabal, es decir, ha de estar constituida cual corresponde al cumplimiento de su misión, para ello es la mujer la única que no está contaminada por la prevalencia de poder que las sociedades le asignan al hombre desde tiempos inmemoriales, y que si
Esta virtud del bien común ha sido comprendida desde los inicios de la vida por la mujer, pues la conceptúa como justicia y, los miembros de la comunidad, deben a esta lo que se presenta como motivado o exigido por la mujer, pues es un ser humano sensible que interpreta la libertad y la igualdad como los bienes máximos a obtener sin la tentación de convertir esa libertad en una forma de opresión o prevalencia de género.
Los temas de este libro están ordenados, modestamente, para que el lector pueda percibir la maravillosa complejidad, la belleza y la sólida inteligencia de la mujer, además de sus inclaudicables luchas por la igualdad, entendiendo esta convicción como la expresión más noble del ser humano.
La mujer percibe conscientemente que la desigualdad en el mundo es una tiranía, por ello se apoya nuevamente con pasión a la sentencia de Platón en sus cartas y dice ”recomendaría que hay que evitar la tiranía y transformar su poder en reino si fuera posible y, la ley con la justicia implícita debe llegar a ser la reina entre los hombres y no los hombres tiranos de las leyes”, empero, el hombre en su desempeño antiguo y actual acondiciona la presión de la sociedad para que las mujeres continúenen ese rol subordinado.
La mujer ya no quiere ser más usada en las andanzas de los hombres en su quehacer político, cuando piden consejos a las mujeres, cuando esporádicamente lo hacen, y determinan otra cosa, esa realidad inclina con fuerza a la mujer a hacer política, vocación natural del ser humano de bien y lograr una equidad de numero en los puestos de decisión, motivando con su lucha a que los ciudadanos provistos de equidad imaginen con placentera esperanza el radical cambio que experimentaría el mundo dirigido por mujeres y hombres con estricta paridad en la participación. El hombre debería sujetarse en su actitud, con otra frase profunda de Platón “Un hombre justo, sensato y prudente, al tratar con hombre injustos (hoy discriminadores y machistas, expresado coloquial
Para concluir esta introducción me permito incluir el siguiente poema:
Digna mujer, en tu cruzada por la igualdad
pasiones encuentras como la cólera, lujuria,
envidia, orgullo con tus enemigos afines.
Fortaleces tu espíritu, savia de subsistencia
con piadosos deberes y observación de sacramentos.
Vives para Dios, tu alma y el prójimo y el desprecio
a lo material a la paz del mundo te acerca.
Perfecta no puede ser la dicha suprema mientras
el ser humano no recupere el amor por la igualdad de los sexos
Tus sueños, mujer, vanos delirios no son, éxtasis
de sabiduría desprenden y pueblos enteros encarnan
tus triunfos a todas las mujeres ofrendados.
¡Calculad la alegria que será sentarse alrededor
de la mesa de la igualdad!
Por la impaciencia e intolerancia arrastrar no te
dejaste creyendo que todo se hace en un día y has
adelantado tanto que la solución es inminente.
Despertaste de su letargo de contención el ansia
dormida pero viva de los justos frente a la injusticia
humana y la eclosión de las exigencias.
Justa eres sobreponiendo la razón a la pasión descargando
de los pueblos la tensión.