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Cuenta una vieja fábula que en cierta ocasión una serpiente empezó a perseguir a una luciérnaga; ésta huía muy rápido y llena de miedo de la feroz depredadora, pero la serpiente parecía que no pensaba desistir fácilmente en su intento de cazarla.
Se dice que la indefensa luciérnaga pudo huir durante el primer día, pero la serpiente no desistía…, dos días y nada…, es así que al tercer día, ya sin fuerzas, la luciérnaga detuvo su agitado vuelo y le dijo a la serpiente tímidamente: “¿Puedo hacerte tres preguntitas?”.
A lo que la serpiente toscamente le respondió: “Mira no acostumbro conceder deseos a nadie, pero como te voy a devorar, puedes preguntar…”.
Entonces la luciérnaga empezó con su interrogatorio y le dijo: “¿Dime, pertenezco a tu cadena alimenticia?”. La serpiente repuso sin pensarlo dos veces: “¡No!”.
La luciérnaga aun nerviosa prosiguió con la segunda pregunta diciéndole: “¿Yo te hice algún mal?”. A lo que la feroz cazadora volvió a responderle simplemente: “¡No!”.
Totalmente desconcertada por las anteriores repuestas la luciérnaga prosiguió con la tercera y última pregunta antes de morir: “Entonces, ¿por qué quieres acabar conmigo?”. A lo que la serpiente le contesto sencillamente: “¡¡¡Porque no soporto verte brillar!!!”.
Es que la ‘envidia’ es uno de los peores sentimientos que podemos tener. El hecho de que envidien nuestros logros, éxitos, provechos, frutos, en fin, ¡que envidien vernos brillar! nosva a afectar en más de una ocasión, pero cuando esto pase, ¡no dejemos de brillar!, continuemos siendo nosotros mismos (as), sigamos dando lo mejor de nosotros, sigamoshaciendo lo mejor, no permitamos que nos lastimen, no permitamos que nos hieran…