Noticias El Periódico Tarija

Karen Arauz

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Al final, la opinión pública será quien le ponga el cascabel al gato. La saturación está llegando al punto de no retorno. Los ciudadanos están aprendiendo a ejercer sus derechos cívicos. Y hay que decirlo. Evo Morales perdió su última oportunidad de remisión porque su actitud no pudo ser más equivocada al empeñar su prestigio en manos de personajes repudiados y escudarse en el ahora conocido gabinete de la vergüenza. El no haber tenido la valentía y el honor de enfrentar al país con la verdad, será algo de lo nunca dejará de arrepentirse.
En total decadencia del Estado, el drama humano develado ha necesitado crear un espacio por el que circule algo de aire fresco. Y eso es la mediatización de la vergüenza ajena. La gente común se expresa vía redes sociales para aliviar su mente.  Todo se convirtió en una telenovela de implicaciones morales con una audiencia ávida de verdad nunca antes vista. La situación que no debió traspasar el ámbito político y judicial, fue convertida en la más grotesca página de nuestra historia. Los amoríos, hijos naturales, infidelidades y otros escandaletes de alcoba, siempre han sido parte de la vida de los entornos palaciegos. Intrigas amorosas y pasiones muchas veces mortales, llenan millones de páginas en la historia de la humanidad. Pero por supuesto, otra cosa es que entreteja su maraña con el sentimiento popular cuando toca tan de cerca. Y un niño en medio de este lodazal, es mucho más de lo que muchos pueden tolerar.
El «asqueroso» -según García L.- poder judicial, está aportando con los mejores resultados para el gobierno en términos de protección e impunidad. La actuación del Fiscal General, ha sido el sumun de de lo denigrante tratando de encubrir lo inocultable. Este caso ha tenido la virtud, si cabe, de liberar a la sociedad de ese silencio y ese ocultar su naturaleza, que es mucho más ética que la demostrada por los actores principales de esta vergüenza mediáticamente globalizada.
Este caso, sin querer, es como el corolario a decenas de temasanteriores al Fondioc. El uso indebido de influencias, aparentemente se suma como obituario para el Proceso de Cambio que ha sido nefasto en términos de respeto de derechos humanos e inobservancia del estado de derecho, amén de la total desinstitucionalización de un Estado que por treinta años, había venido luchando con luces y sombras, a ser parte de un mundo globalizado y moderno. El virus inoculado con los petrodólares de Chávez y la decrepitud de Castro en algunos países del Sudamérica, están teniendo un final similar. Lo que finalmente está matando al socialismo del siglo XXI, es el abuso de poder y la descomunal corrupción.
Esta sociedad de socorros mutuos y uniforme estrategia de uso ilimitado del poder, hicieron del enriquecimiento personal su única ideología. Todos ellos, adoptaron una posición confrontacional con sus sociedades. Todos ellos dividieron a sus países, en dos: entre los que están con nosotros y los otros. Es a esos otros que les aplicaron calificativos «como traidores o vende patria» y judicializaron el accionar político de la oposición también con la etiqueta de derechistas imperialistas y golpistas sediciosos. No ha habido ninguno de ellos, que no haya recurrido a conveniencia, al teatral recurso de «intento de magnicidio», normalmente, con el fin de no solo justificar persecución, sino para tapar alguno de sus turbios procederes.
Todos han venido usando a los indígenas y a los postergados como de su propiedad. Ellos son los salvadores del pueblo pobre, aunque no toquen a un indigente ni con un palo. Pasean sus millonarios Rolex, por las zonas más pobre y deprimidas, dándoles la ilusión de progreso, como único resultado de sus triunfos electorales que comparten con ellos en el discurso. Porque en los hechos, el triunfo siempre es gracias a las dotes y bondades del caudillo y su corte, pero si pierden, es la injerencia extranjera con ayuda de los neoliberales capitalistas a los que hay que destrozar.
Las adjudicaciones de grandes contratos, han sido «charladas» entre ellos. Y cuando se destape la olla de Lula y las grandes constructoras brasileñas, tendremos la certificación. Es un hecho que se necesita mucho dinero para mantener ese nivel de prepotencia. En ese entorno, pululan los inescrupulosos que se conforman con las burbujas del champán de sus jefes para archivar en lo más oscuro cualquier vestigio de decencia y moralidad.
En el Foro de Sao Paulo no todo es solo suspicacia. Sus frecuentes reuniones, no son de responsables presidentes de países con innumerables problemas, es más un lucrativo club, como en algún momento fue el de Collor de Mello, Alan García, Menem y un par más, pero ellos sobre todo, como principiantes, se ocuparon de pasarla bomba de verdad.
Deslumbrados y ebrios de libertad cuando las luces de Broadway se encienden y los hoteles de gran lujo los acogen, postergan su amor por los indígenas y la madre tierra, tanto como su odio por el imperio y el capitalismo. Ya se ensayan los acordes de múltiples réquiems. Y los patos de la boda ya tienen otros planes.