Noticias El Periódico Tarija

///
Es más sabio quien aprende de los errores de otros, dice un inteligente mensaje. Si algo ha servido para que unos suban y otros bajen en la desenfrenada carrera por el poder… es hablar de corrupción, los santos denuncian a los demonios de aprovecharse de los recursos del pueblo pero cuando tienen la oportunidad comienzan a hacer lo mismo, el despilfarro es parte de la lógica de administración, el que rosas y cenas cuesten miles de pesos, el que consultorías de días valgan decenas de miles, el que la suciedad del poder se suba a la cabeza al punto de creerse intocables sin ser «nada». Así no funciona, es difícil hablar de transparencia y más aún practicarla, aunque se diga mucho y se use esa palabra con tanta frecuencia en los hechos no se la siente, no se la palpa, en especial cuando de recursos públicos hablamos. Los mecanismos de control no funcionan para poder lograr que su administración sea diáfana, los procedimientos y la entramada burocracia deberían garantizar transparencia pero más bien la empañan y dan lugar a que oscuras actitudes emerjan para «abrir caminos», para facilitar las cosas y agilizar los tiempos.

A pesar de que ponemos en líneas rojas distintas situaciones que llegan a nuestras mesas de redacción y tenemos documentación que señala que algo hay que corregir o que la irregularidad predomina, quienes detentan el poder pocas veces hacen caso a estas luces de alerta que pueden lograr que se encaminen de otra manera diferentes situaciones. En esta Tarija de los miles de millones de todo, de la bonanza mal entendida, de la riqueza absurda, del olvido de lo prioritario y necesario, esos millones han dado lugar a que la transparencia se convierta en «un algo» muy buscado y pocas veces encontrado. Programas creados como el PROSOL, con objetivos loables pero de resultados más que cuestionables, significan una danza gigantesca de recursos que sólo han beneficiado a unos cuantos y no a los que correspondía, sin control efectivo alguno, con serias denuncias de mal uso del dinero y de hasta lo generado con el, con beneficiarios fantasmas cobrando lo que no debían… en fin, un gran ejemplo de prácticas en penumbras que se manifiestan como una terrible enfermedad en nuestra tierra.

El Plan de Empleo Urgente (PEU), con muchísimas observaciones, por lo montos requeridos, por la cantidad de personas que se utilizan y por su desempeño y lo que hacen, se muestra como otro lamentable ejemplo del dejar hacer, del dejar pasar. Han surgido denuncias graves de supuestos hechos de extorsión protagonizados por dirigentes en contra de trabajadoras para conservar sus puestos. ¿Dónde llegaremos así?, ¿cómo entenderlo si quienes los dirigen son parte de ellos mismos?, ¿sacándoles provecho a ellos mismos?.

Licitaciones, compras directas, cotizaciones van y vienen, nombres de empresas se repiten, directamente o mimetizadas en sociedades accidentales, caminos, carreteras y nombres ligados a cuestionados proyectos. Alguien diría que «donde se aprieta sale pus», que debajo de cada piedra que se levanta sale un escorpión y no está lejos de la verdad, el problema es que siempre se revela mucho tiempo después de que el hecho sucedió, cuando es complicado no sólo encontrar culpables sino a quienes quieran seguir adelante para encontrarlos. Los tiempos engañan a quienes se embelesan con el poder, a quienes creen saberlo y manejarlo todo, sin notar que desde su mismo escritorio se diluyen las malas acciones que atentan contra el pueblo mismo. La soberbia siempre ha sido mala consejera, el problema es que son muy pocos los que notan que es ella quien les habla al oído y los engatusa con sus hipócritas halagos.

Viejas generaciones, nuevas generaciones, gente que va de salida y otra que va llegando, ¿no es lo mismo acaso?. Una vez escuché a alguien a quien aprecié ingenuamente decir que se trataba de una nueva generación que iba a desplazar a otra vieja y corrupta… ¿ De qué sirve si la nueva generación repite y multiplica por 100 las malas prácticas de la vieja?… Nuevos serán los años pero viejas las «mañas», que por viejas no son erradicadas sino más bien asumidas y practicadas con destreza. De ésta manera es difícil pensar en tiempos de cambio, en nuevos tiempos, que transformen y nos den esperanza… Muy difícil.