Noticias El Periódico Tarija

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A veces se gana por cansancio, a veces se pierde por hastío, parece ser ese el juego, los corruptos ganan, el pueblo pierde. La corrupción nos golpea de frente, ya sin máscara, es sin duda la cara más fea que no se esconde, es parte de la función pública y hasta ciertos sectores como que la aceptan siempre y cuando se haga gestión. Un conformismo peligroso que atenta contra los principios y valores de nuestra sociedad. Ha corroído las estructuras más profundas de nuestro aparato institucional, se ha encarnado en el sistema político, ha perforado los principios y valores de la sociedad. La corrupción ha roto fronteras y ha hecho metástasis en los órganos vitales del Estado, nuestro país se encuentra de acuerdo a ciertas Organizaciones entre los más corruptos de América Latina.
Es cierto que se han dictado normas para luchar contra ella pero el «hecha la ley, hecha la trampa» ha prevalecido partiendo por la realidad de que quien debe investigar, evaluar y sancionar a un presunto corrupto, es un ser humano con sus íntimas debilidades, no insinuamos que todos tienen un comportamiento así, sólo decimos que este flagelo domina a veces a quienes deben encargarse del sospechoso. A través del tiempo se han generado figuras legales para enfrentar este «cáncer» en la administración pública, tal como la ley SAFCO en la Presidencia de Jaime Paz Zamora, gobierno que irónicamente fue muy criticado y denunciado por su supuesta «permisividad» ante este fenómeno. La ley Marcelo Quiroga Santa Cruz surgió estos últimos años como un instrumento temible que «asusto» tanto que en algunas entidades se llegó a paralizar la gestión porque nadie quería firmar nada para no acarrear responsabilidades. Apareció estruendosamente pero se fue apagando misteriosamente, ya ni se habla de ella, ya ni se escucha de casos donde se la aplique con la rigurosidad anunciada. La vigencia de un Ministerio de Transparencia fue una señal fuerte y optimista de un gobierno a su pueblo, con el correr del tiempo algunos perciben que sólo sirvió para frenar casos donde están involucrados funcionarios de no muy alto rango, dejando de lado las denuncias que involucran a los de la plana mayor. También se interpreta que se «usa» para «perseguir» a los de la oposición por sus acciones pasadas y actuales en función pública. Aquellos llamados a fiscalizar la administración de nuestros recursos simplemente se aplazaron, diputados, senadores y asambleístas departamentales fracasaron, pues se dedicaron más a la politiquería que a construir patria y región mirando dónde, cómo y para qué se gasta la plata de la gente. Esperemos que «el roba pero hace» no se enraíce en los criterios y principios ciudadanos pues el mejor fiscalizador debe ser siempre el pueblo, ese pueblo que no puede dejarse vencer por un esquema delincuencial que justamente espera que suceda eso. Por eso decimos que se gana y pierde por la misma razón, cansancio, sólo que quienes juegan a eso saben que hay quien ya está muy agotado de escuchar siempre de lo mismo, que entre los mismo se repartan la torta del poder y sean ellos los que se investiguen, juzguen y liberen, al final… entre bomberos no se pisan la manguera.