Alfredo Colque Machicado
Economista Máster
en Economía del Gas
y Petróleo
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Sin lugar a dudas que la crisis por la que el departamento de Tarija está atravesando, no solamente es la peor de su existencia, sino que la misma no, nos la merecíamos, por lo menos no la gran mayoría de los estantes y habitantes de este churo pueblo, pues son más de 27 mil millones de bolivianos que en los últimos diez años pasaron por nuestras narices, sin poder siquiera olerlos, 27 mil millones de bolivianos que de repartirlos entre el total de la población tarijeña, le correspondería a cada uno de los tarijeños, sea este chico o grande, la nada despreciable suma de 56 mil bolivianos, es decir que a una familia promedio de cuatro miembros le hubiese tocado en promedio 224 mil bolivianos, lo que en dólares sería algo así como 32 mil dólares de la moneda norte americana, ojo que la mayoría de las familias en Tarija supera los seis miembros, es decir que nos hubiese tocado mucho más.
Estoy seguro de que si este hubiese sido el mecanismo legal de distribución de los ingresos departamentales, hoy otra sería nuestra realidad, pero lamentablemente tenemos un sistema corrupto de administración de recursos públicos, por factores que alimentaron la corrupción y la tendencia del pueblo tarijeño para aceptar, callar y hasta ayudar al corrupto, factores como (instituciones débiles, se acepta y no se denuncia, falta de protección a testigos, falta de educación y falta de información) que contribuyen a ahondar la corrupción.
Ahora y como se registra en los diferentes medios de comunicación toca a la primera autoridad del departamento de Tarija salir a pasar la gorra, al Gobierno Nacional y organismos financieros internacionales, reconociendo que la crisis ha tocado fondo y que necesitamos la ayuda de todos para intentar salir de la misma, sin embargo no solo es nuestra primera autoridad quien tiene que pasar la gorra para intentar sobrevivir, sino también la mayoría de la población tarijeña que es quien siente de manera más cruda los efectos de la crisis económica que vivimos, tarijeños y tarijeñas que se vieron afectados al perder su empleo y que ahora en la desesperación intentan sobrevivir realizando cualquier trabajo para llevar el pan de cada día a sus hogares.
Por tal razón no es de extrañarse que el comercio informal haya crecido en nuestro departamento, pues la desesperación es tan grande que todos venden de todo, la necesidad que tienen las familias de sobrevivir por la falta de un empleo genera que cada día existan más ambulantes en las calles, más taxistas, pero sobre todo más desempleados y es que contrario a la creencia de que la riqueza campea por toda Tarija, las cifras pero sobre todo la realidad muestran que las diferencias son tan abismales como las que hay en Potosí.
Según Fundación Jubileo el 45% de la población boliviana es considerada pobre con necesidades básicas insatisfechas de los cuales el 35% se encuentra en condición de pobreza moderada y el 10% en condición de pobreza indigente y marginal, lo que en cantidad significa que del total de la población boliviana 4.141.678 personas se encuentran en situación de pobreza y aproximadamente 1.821.387 personas se encuentra en situación de extrema pobreza e indigencia, para el caso de Tarija el porcentaje sobre el total es mucho más alto pues el 16% de los tarijeños se encuentra en situación de extrema pobreza e indigencia.
Esto demuestra que los departamentos productores de hidrocarburos y los dependientes de la minería, presentan “indicadores de pobreza más graves que los de otros departamentos con niveles similares de ingreso, salud y educación, pero con escasa o nula riqueza de recursos naturales, tomemos como ejemplos a La Paz y Santa Cruz. Pues los departamentos que dependen del gas y la minería presentan el peor desempeño en materia de reducción de la pobreza y un grave desequilibrio en la distribución de ingresos, tomemos como ejemplos a Potosí y Tarija.
En resumen, las inversiones en hidrocarburos y minería son muy rentables para el Gobierno Nacional, pero los avances en el plano macroeconómico no fueron acompañados por justicia económica y social, es evidente que se ha hecho muy poco para ayudar a los pobres, pues sigue pendiente la solución al drama social y la falta de democracia económica, mientras esto suceda lo único que a los pobres les queda es pasar el sombrero, sin embargo quien aparece no es el estado sino las micro financieras que al igual que las funerarias rondan a los pobres para asfixiarlos económicamente en tiempos de desgracia y quitarles hasta el último centavo, es paradójico como en tiempos de crisis lo único que crece es la industria del microcrédito, este tema lo dejo para otro análisis, pero en definitiva los microcréditos no erradican ni disminuyen la pobreza puede que incluso la empeoren.
Mientras tanto no sólo a nuestra autoridad le toca “pasar la gorra”, sino también al pueblo.