Alfredo Colque Machicado
Economista Máster
en Economía del Gas
y Petróleo
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Tarija era prometedora en términos de desarrollo, esto parecía ser posible debido a la enorme cantidad de dinero que recibió durante los últimos diez años (27 mil millones de bolivianos), pero ha sido todo lo contrario, por la tremenda corrupción y la incompetencia, de sus autoridades y administradores que nunca lograron liberarse de la dependencia total del rentismo, de la dependencia de una exportación única, de la dependencia de la corrupción.
Es así amigos lectores Tarija sucumbió a la corrupción y parece que los tarijeños somos tolerantes a este flagelo, por no decir masoquistas, ya que para la mayoría, el gran problema con la corrupción no son los recursos que el Estado gasta, sino aquellos recursos que pierde cada vez que justificamos a algún político corrupto con la frase “roba pero hace”, por ejemplo, una autoridad subnacional (llámese a este Gobernador, Subgobernador o Alcalde) que gasta dineros públicos en proyectos con mayor capacidad que la cantidad de habitantes del lugar donde se construyen estas obras faraónicas, provoca pérdidas no solo económicas, sino algo más. Estas pérdidas, por cierto, no son insignificantes, ya que no sólo es el dinero que se ha perdido, sino peor aún, es el hecho de que con ese dinero no se priorizaron las necesidades más urgentes e importantes que la misma gente luego reclama.
Sin embargo, la verdad, es que el costo de la corrupción va mucho más allá de los montos robados del Tesoro Público Departamental, debido a que este problema se está convirtiendo en un cáncer terminal que infecto no sólo a los políticos y empresarios corruptos, sino a la sociedad en su conjunto, que permitimos que ésta enfermedad terminal conviva con nosotros, porque se imaginan lo que pudiésemos haber hecho con más de 27 mil millones de bolivianos si no lo hubiésemos dilapidado, mínimo estaríamos viviendo como los jeques de Dubái, al menos así creen que vivimos en Tarija, si tan solo algunas de nuestras autoridades hubiesen sabido gestar algún control elemental para combatir la corrupción y administrado mejor nuestros recursos, posiblemente ese podría haber sido nuestra realidad.
El problema sigue siendo que la gran palabra, la mala palabra, la única palabra, la palabra corrupción, permanece todavía incólume en el vocabulario de todos los tarijeños, por eso intentare graficar de la siguiente manera las oportunidades que perdimos gracias a la maldita corrupción y generar algún tipo de conciencia para que de aquí en adelante intentemos hacer las cosas un poco mejor.
Algunos datos. A un costo de 1.5 millones de dólares el Km2 se podrían haber asfaltado no sólo dobles vías, sino triples vías techadas desde la Capital del Departamento a las Capitales de la Provincia y centros urbanos de todo el territorio departamental. Solo necesitábamos invertir 100 millones de dólares para construir hasta tres modernos Aeropuertos Internacionales; unos 300 millones de dólares en la construcción de 11 modernos hospitales de segundo nivel, 11 de tercer nivel y hasta uno especializado de cuarto nivel; 500 millones de dólares para la construcción de una villa deportiva olímpica; 1.000 millones de dólares para la construcción de complejos productivos, para la generación de verdadero empleo en la producción y transformación con valor agregado de frutas, carnes, hortalizas, endulzantes, textiles, madera, insumos, granos, papa, lácteos; 1.000 millones de dólares para abastecer con servicios de vivienda, luz, agua, alcantarillado, gas, internet a todas y cada una de las familias tarijeñas que no cuentan con ellas y todavía nos hubiese sobrado dinero.
Lamentablemente de esto no tenemos nada, ahora de lo que se trata es de olvidar los desastres producidos por esas fallidas administraciones de políticos corruptos de derecha e izquierda y proseguir la impostergable tarea de construir una economía emergente y que los nuevos administradores dejen de quejarse y se la jueguen por el desarrollo de nuestro pueblo y no por la concentración del poder para algunas élites.
Soy muy conscientes de que la corrupción en Tarija es un fenómeno muy complejo, porque es mucho más que un problema político, este mal tiene raíces sociales relevantes que se han ido fraguando durante los más de diez años que se ha desarrollado la bonanza del gas, el despilfarro presupuestario y el propio respaldo electoral a políticos permisivos y tolerantes a este mal. Por eso soy un convencido de que la lucha contra la corrupción pasa por educación, mucha educación, y la creación de una cultura ciudadana de tolerancia cero con la corrupción.
Yo sueño que algún día nuestra suerte cambie, pero que cambie, no que parezca que cambie.