Marcelo Ostria Trigo
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Se creía que pasado el referéndum del 21 de febrero habría calma y sensatez. Pero para el oficialismo la derrota fue tan dolorosa que ha desatado acciones sectarias que pretenden violentar la voluntad ciudadana, pese a que el presidente, antes del referéndum, dijo: “Los referendos son lo más profundo de la democracia”.
Ahora, la Confederación de Trabajadores Campesinos de Bolivia —afín al gobierno— anunció que consultará a sus bases “si el presidente Evo Morales finalmente puede ser nuevamente candidato presidencial del Movimiento Al Socialismo (MAS), para una posible reelección en las elecciones generales de 2019…” (ERBOL). Y pese a lo que antes sostuvo, el presidente dice, en términos futboleros, que el referendo fue el primer tiempo, y anuncia un segundo. ¿Piensa en su respostulación en 2019?
Asimismo, preocupan las amenazas a funcionarios públicos que habrían votado contra el prorroguismo. Se anuncia que serán identificados –aunque el voto es secreto– y que se les exigirá que “den un paso al costado”, o sea, que renuncien. La presidenta de la Cámara de Diputados lo ratificó: “Lo mínimo que le pedimos a esos funcionarios del Estado es que compartan los ideales del Gobierno, de lo contrario, lo más lógico es retirarse”. No repara en que los funcionarios públicos no trabajan para un partido, sino para el país; sus sueldos se pagan con recursos de los bolivianos, es decir, con los impuestos y con el producto de las riquezas nacionales que pertenecen a todos.
También surgió la idea de regular las redes sociales como causantes del fracaso electoral del Sí. Y se fue más allá: “La Central Obrera Departamental de La Paz afirmó que, ante la supuesta politización de los medios de comunicación, evaluarán su trabajo y, si esa conducta se mantiene, exigirán que esos medios se cierren”, mientras el ministro de la Presidencia decía: «¿Cuántos medios de prensa van a desaparecer como consecuencia de su osadía temeraria de mentirle al país?». ¿Será que se piensa anular la libertad de prensa?
Para obscurecer aún más el ambiente, el caso de la señora Gabriela Zapata Montaño, ahora enjuiciada por tráfico de influencias aprovechando que fue pareja del presidente, ha confirmado que la corrupción ha llegado a la cumbre del gobierno.
Como si todo lo anterior fuera poco, el presidente, en un reciente discurso en Caracas, dijo: ”Si no se respetan las revoluciones, hay otras formas de lucha”. Esto luce como amenaza a la democracia y como advertencia de imposición.