Gastón Cornejo Bascopé
Velia Calvimotes Salinas, auto
Nuestra querida cochabambina es por cierto poseedora de grandes dotes desde la cuna; su madre doña Flora Salinas fue una eminente maestra; su padre, el Profesor José Calvimontes, otro señor de la palabra escrita; maestros ambos, tejieron cuna de vocablos musicales para alimentar el alma de la angelical amiga.
En la última Antología 2015 de la UNPE, ella rememora encantadores
En los últimos días de investigación en el “Heraldo” antiguo, y por asociación, llegó a mí interioridad la imagen y la obra de Velia cuando encontré un delicioso artículo de prensa del tiempo añejo. Doy lectura al comentario del editor sobre un suceso social acaecido el martes 5 de octubre de 1897, que bien pudiera sumarse a su trabajo de antología.: “El sábado unieron sus destinos. en Sarco, una simpática pareja muy apreciada por nuestra sociedad, el talentoso médico Dr. Enrique Aranibar Canedo, i la distinguida i simpática i espiritual señorita Ernestina Urquidi, ambos miembros de dos respetables familias de nuestra sociedad. El novio es hijo del ilustre cochabambino Dr. Fidel Aranibar, una de las glorias bolivianas; es médico recibido en la facultad de medicina de Madrid, donde cursó sus estudios profesionales con talento, brillo i magnifico éxito. La novia es muy digna del afortunado joven que logró atraerse las simpatías de su alma i al que se la ha enlazado con los primaverales lazos del matrimonio, entregándole los nobles tesoros de su corazoncito de virgen cochabambina. Es bella, inteligente y hará la felicidad de Enrique. Que la dicha que todos deseamos a estos jóvenes, sea eterna, inmarcesible, inmaculada.
Desde hace algún tiempo se ha establecido entre nosotros una costumbre tierna y significativa. Cuando un joven de nuestra sociedad está en vísperas de atravesar los umbrales del templo de Himeneo en compañía de la amada de su corazón, reúnense sus amigos íntimos para hacerle la despedida de solterío, generalmente un almuerzo o una comida. En ella los solteros le dan el adiós a la vida libre del celibato, i los casados la bienvenida al seno de la vida del matrimonio. Pues bien, un grupo de caballeros amigos del Dr. Enrique Aranibar, diéronle una de esas comidas en Cala Cala. En torno de una mesa espléndida atendida por el culinario Carlos Valenzuela, sentáronse 26 amigos en medio de los cuales estaba el que pronto debía emprender dulce y risueño viaje al encantado país del Himeneo. A los postres y con una copa de Champagne en la mano, el Dr. José de la Reza ofreció aquella comida al Dr. Aranibar, en breve, elocuente y significativo “speech”. Concluyó aquella comida como había empezado, reinando la mayor cordialidad, culta alegría i manifestaciones de aprecio”.
Como dice Velia: “No hay nada más hermoso que leer y perderse en la magia de la palabra escrita”. Aprender que aquel anciano y respetado médico, fundador y primer Decano de la Facultad de medicina de 1932 fue congratulado en su juventud, es placentero al corazón. El tenor del relato tiene la misma significación y la music
Marzo 2016.