Noticias El Periódico Tarija

Cuando comienza a llover en la ciudad de Tarija, una cortina de incertidumbre cae sobre todos los que vivimos en ella ya que no sabemos que tan intensa será, cuanto tiempo durara y que consecuencias tendrá. Cuando la lluvia debería ser considerada una bendición se convierte en un factor de temor para la población de diferentes zonas y barrios, ya que la experiencia les ha mostrado que no existen las condiciones necesarias como para afrontar cualquier «exceso» de la naturaleza.

Lluvias de intensidad que se prolongan por más de 30 minutos hacen pensar en lo peor, calles inundadas, casas invadidas por el agua, quebradas desbordadas, árboles caídos, servicios básicos que colapsan. Es un rosario de males que caen sobre la gente desde el cielo, lógico que no podemos ponerle límite a esa naturaleza indomable pero si podemos prepararnos para hacerle frente en situaciones así, contar con equipos de socorro inmediato, de respuesta oportuna, es posible ser previsores como muestra de humildad ante ella. Lo malo es que seguimos siendo netamente reactivos, sabemos que es lo que puede suceder y no actuamos hasta ver que efectivamente sucede lo que habíamos pensado, no desarrollamos medidas que alerten a la población, no la educamos, no la preparamos para actuar por si sola ante la falencia denunciada y eso es pero aún, ya que el no tener equipos compuestos y capacitados es una gran debilidad que se acentúa por contar con gentes desorientadas y sin formación para actuar de inmediato y acertadamente.

Es tiempo ya de desarrollar políticas de transformación en todo sentido si de verdad queremos gritarle a los vientos que esta es una Capital de Departamento que pretende atraer turistas y convertirse en un referente nacional e internacional, estamos lejos… pero seguir diciéndolo no ayuda mucho, lo grave es no dar los pasos precisos para conseguir lo que tanto anunciamos en tono de discursos demagógicos.