La ciudad de Tarija ofrece pocas opciones de recreación para la juventud, es difícil encontrar alternativas de esparcimiento creativo, que enriquezca sus mentes y espíritu, todo se reduce a un alto nivel de vida social que en la mayoria de los casos significa «fiestear», «bolichear», con el consiguiente consumo de alcohol. Todo nos lleva a eso, nos conduce al desvío de conductas de la gente nueva que habita nuestra urbe.
El Estado, entiéndase instituciones públicas con responsabilidades y competencias bien definidas, se descuido a la hora de generar opciones distintas que pudieran contribuir al crecimiento cualitativo de la juventud. Vemos con buenos ojos que emprendimientos privados contribuyan a que ese vacío no se sienta en gran medida por que en deportes han sabido llenar la ciudad de canchas de fútbol 6 y otras de raquetball, incluso hay quien abrió las puertas de su propio campo de golf. Si hubiéramos tenido que esperar que nos lo hagan manos estatales, estaríamos aún esperando porque la dinámica pública es tan lenta, tan pesada, que no imaginamos otra realidad.
Si bien es cierto que en una etapa, cierto gobierno municipal hizo muchas canchas de baloncesto, fútbol de salón y mini coliseos, que no fueron suficientes por su cantidad y que también se fueron deteriorando por falta de mantenimiento. Hoy, más allá de la infraestructura deportiva, las autoridades no han sido capaces de ofrecerle a los jóvenes opciones que les permita «gastar» sus mejores años en otras dimensiones. En la ciudad capital proliferan los centros de internet que se convierten más en centros de reunión y socialización entre gentes diferentes pero en vez de suceder eso, sirven para quebrar los principios de valor y ubicación. Existe una enorme oferta gastronómica, desde sofisticada hasta sencilla pero en la mayoría de los locales de expendio de comidas, la venta de bebidas alcohólicas es lo que más utilidades significa. Es decir, todo nos lleva a eso, porque no existen lugares de recreo, para pasear con la familia, para divertirnos con los amigos de una forma diferente, lo poco que hay esta en el centro de la ciudad, en la periferie estas carencias se hacen más evidentes y conducen a los jóvenes a la ingestión excesiva de bebidas alcohólicas y a otros extremos que a veces no permiten retorno.