La Evolución Global de los Zoológicos…evolución que nunca llego al zoológico de Tarija

Los zoológicos son recintos donde se encuentran animales salvajes en cautiverio para exhibirlos al público con fines recreativos y educativos, y donde se llevan a cabo actividades de investigación, conservación y concienciación.
La práctica de albergar animales en cautiverio es bastante antigua. Entre las primeras evidencias que se tienen están las colecciones de animales exóticos, que eran privilegio de las elites dominantes. En el caso de los europeos y algunas civilizaciones asiáticas los animales eran traídos, en su mayoría, desde lugares remotos en otros continentes, y en el caso de las civilizaciones americanas, como los Aztecas, los animales eran traídos desde lugares más cercanos. Esta noción primitiva de coleccionar animales con un carácter exclusivista y hedonista cambió significativamente a finales del siglo XVIII, cuando se fundan en Europa los primeros zoológicos. Estos nuevos espacios abrieron exhibiciones al público en general y, además de poseer un claro carácter recreativo, introdujeron una nueva visión frente a los animales: el interés científico.
Esta preocupación científica tiene sus orígenes en el nuevo clima de investigación que se vive por esta época y que conlleva a grandes avances en el conocimiento de la ecología, etología, genética y biología animal en general. Gracias a este conocimiento se comprendió mejor las necesidades y particularidades de las especies que se exhibían en los zoológicos, y se ganó una nueva perspectiva en relación a las condiciones específicas que se debería brindar a cada especie, tales como: espacios mínimos, recreación de sus hábitats naturales y compañía de individuos de la misma especie, entre otros. Otro aspecto importante que se desarrolla en el transcurso de este proceso es la educación, que pasa a convertirse en uno de los principales objetivos de la existencia de los zoológicos. De esta manera, los zoológicos son también vistos como medios pedagógicos en el aprendizaje de diversos aspectos de la fauna silvestre.
A pesar de los significativos avances dados en las ciencias biológicas y en relación a la nueva perspectiva de los zoológicos, sólo desde 1970, se comienza a tomar una conciencia crítica frente a la posesión de animales en cautiverio. Esta es la época en que surge la preocupación ética y política en torno a la conservación de la naturaleza, al respeto a todos los seres vivos y a la necesidad de desarrollar estrategias en búsqueda de un mundo ecológicamente sustentable para las próximas generaciones. Esta nueva forma de pensar y de actuar frente a la naturaleza nace a raíz de que la calidad del agua, aire y suelo, así como la cantidad de especies y de poblaciones de flora y fauna disminuyen notoriamente, afectando significativamente el equilibrio del planeta y comprometiendo el bienestar de todos sus pobladores.
Estos principios se plasman en distintas legislaciones mundiales y nacionales que buscan proteger la naturaleza. Es así como en 1993, se promulga la Estrategia Mundial para la Conservación en los Zoológicos, en donde se plantea una nueva orientación para los zoológicos: su papel como fomentadores en la conservación de los ecosistemas y de las especies en extinción, a través de estrategias educativas y de investigación. Este es el nuevo papel que juegan los zoológicos contemporáneos.
Sin embargo, esta concepción y esta nueva ética está aún lejos de aplicarse en algunos zoológicos, donde todavía se mantiene la primitiva idea de los zoológicos como una “colección de animales” para la exhibición al público. Es patético constatar como se reproducen viejas “cárceles” de jaulas de barrote, donde se condena a los animales a pasar el resto de sus vidas sin el mínimo respeto a condiciones dignas de vida, y a sus requerimientos ecológicos (encontrar pareja, casa, interacción con sus congéneres y el medio ambiente que los rodea, etc).
Este es justamente el caso del Parque Zoológico de Tarija, en donde en poco más de una hectárea se mantienen hacinados, en pésimas condiciones de vida, a casi 100 animales pertenecientes a 20 especies. La problemática en este zoológico es realmente crítica porque no sólo se está maltratando a los animales, desconociéndose sus más elementales derechos (el de vivir- no solo sobrevivir-, de gozar de un mínimo espacio, de sociabilidad, de un hábitat que les sea relativamente familiar y natural, etc.), como tampoco se está ofreciendo ningún tipo de educación a la población en relación al universo ecológico que engloban estas especies. Al mantener esas degradantes condiciones de vida de los animales, la situación es aun más crítica porque se está deseducando a las nuevas generaciones en uno de los principios fundamentales de las sociedades contemporáneas: conservar el medio ambiente, y alcanzar un desarrollo sostenible, en equilibrio y respeto con el resto de especies.
En vista de la gravedad de esta situación, de común conocimiento de la población tarijeña, es que el año 2010 la Sociedad Protectora de Animales Tarija (SPAT), interpuso una Acción Popular en contra del ex-alcalde Montes, por maltrato a los animales del zoológico. Coherente con las deplorables condiciones en las que los animales se encontraban, los jueces dieron la Acción Popular a SPAT y le ordenaron al ejecutivo municipal una mejora de las condiciones o el traslado de los animales a otros Centros de Custodia de Fauna Silvestre dentro del territorio nacional. Le dieron 6 meses para mejorar radicalmente las condiciones del Parque Zoológico Oscar Alfaro o para trasladar a los animales a otros centros.
Al año de la sentencia judicial, y con la despótica soberbia e insensibilidad que lo caracterizaba, Montes no solo no había movido un dedo para cumplir con la orden emitida por los jueces, sino que además, dando una muestra de desprecio por el sistema judicial boliviano y con una sinverguenzura alevosa, ¡mandó una carta a SPAT exigiéndole que se lleve los animales por quienes había interpuesto esa acción judicial! O sea, si hubiese venido de otra persona, hasta hubiese asumido algo de ingenuidad. Pero no, era Montes, de quien no se puede asumir nunca ingenuidad. En todo caso, ¡caradurez!
Así es, ni más ni menos que caradurez. Como si perder un juicio por maltratador de animales fuese motivo de chacota, Montes no solo desobedeció la orden judicial, sino que se hizo la burla de la sentencia constitucional, de los jueces que la emitieron, y del dolor de los animales. O sea, mientras los zoológicos del mundo daban muestras claras de que habían entendido el mensaje, ¡Montes daba muestras de que al él le valía un pepino todo!