Eduardo Pérez Beltrán
Abogado
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Los resultados de la consulta han arrojado cifras. La diferencia entre ambas opciones es menor a 200.000 votos. El ausentismo, casi un millón. La lectura electoral dice que gano el No. La lectura política es diferente.
Los confrontados con el gobierno no hacen una oposición política. Expresan una diversidad de intereses y no hay un proyecto coherente que aglutine a una mayoría capaz de derrotar al MAS electoralmente. La ventaja del MAS es precisamente que no tiene al frente una expresión política seria ni coherente.
Pasado el referéndum se abrió la puerta para una intensa actividad política que ha empezado ya.
En el frente del oficialismo la tarea es cuesta arriba, pero mucho más cómoda que para la oposición. Se producirá una etapa de crítica y autocrítica, a su estilo, bajo la figura de su líder que ahora más allá de sus aspiraciones mediatas, procurara dotar a su instrumento político de una vanguardia capaz y dinámica que lo represente en la contienda electoral del 2019. Debe afinar su basamento ideológico y programático. Si está en el rumbo de la historia, debe moverse hacia la izquierda.
Para las próximas elecciones seguirán “montados sobre el caballo del corregidor”. Con infraestructura, recursos económicos, obras, y todas las ventajas que ofrece el “maravilloso instrumento del poder”.
Tiene al iniciar la nueva etapa, con miras a las próximas elecciones, un caudal electoral, envidiable, por lo menos 3 millones de votantes.
NO pasa lo mismo al otro lado. No hay renovación de líderes. Los actuales, son más viejos que el Evo.
Pero no solo faltan líderes, no hay ideas. No existen programas alternativos. Todo el andamiaje de los pequeños grupos políticos se apoya en criticar al gobierno sin ofrecer seriamente en proyecto que encandile al pueblo y que sea posiblemente realizable. Eso no hay. Dudo que haya hasta el fin del presente mandato.
Si el MAS se maneja corrigiendo errores drásticamente, mejorando las instituciones como la justicia, los medios de represión, los instrumentos de fiscalización y de alguna manera no se complica más en actos de corrupción. Puede ganar las elecciones del 2019, prometiendo que de seguido para garantizar su agenda el próximo candidato del 2024 será Evo. Una posibilidad constitucionalmente legal.
Por tanto, el mayor reto histórico ahora es para la oposición que para llegar al poder, necesita estudiar política, interpretar el ritmo histórico de los pueblos y proponer un proyecto creíble y viable. Esa no es tarea fácil.
Finalmente, con este análisis, en el nuevo escenario hay otra vez un empate político que de todas maneras puede aventajar a los actuales detentadores del poder.