Noticias El Periódico Tarija

Karen Arauz

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Se acabó el juego señores, las cartas están echadas para este albur caprichoso que el gobierno ha convertido en una verdadera ruleta rusa. Evo Morales, con ese protagonismo que lo caracteriza, quiere ser la pistola, la bala, el verdugo y también la víctima. Su facilidad para actuar en consonancia con su agresividad y altanería, denunciando y amenazando para acto seguido cambiar y desplegar su victimización y espíritu mártir, es una de las razones del por qué de la situación que a estas horas, tiene al país entero sentado en la punta de una silla. Se ha perdido absolutamente el objetivo de la consulta. Y toda la credibilidad. Evo Morales y García Linera, se han disparado sendos tiros en los pies.
Supongamos que esta peculiar idea del referendo que busca su permanencia -otorgándole generosamente el beneficio de la duda- haya sido convocado por clamor popular, y aunque asombra la mala gana y el poco interés del binomio, su desespero de que las cosas salgan como los movimientos sociales quieren, deja al descubierto que al Presidente le encantan- bajo sus condiciones- las cámaras y los micrófonos aunque solo insiste en  entrega de obras y en las mismas promesas campañeras que se vienen soportando a lo largo de una década.
Su idea de democracia parece circunscribirse a esos meros actos electorales, donde la fanfarria llena de música, estridentes colores y discursos alabanciosos, lo han acostumbrado a una fiesta de cumpleaños sin fin que toma con una inmadurez adolescente sin la seriedad y la responsabilidad que corresponde. Cree poseer la varita mágica de ilimitados recursos económicos y se cree de verdad, el mejor e irremplazable presidente de la historia. Hace unas horas, ante planteamientos sobre políticas deseables por el empresariado privado chuquisaqueño, en por demás reveladora actitud, se retiró airadamente del salón donde los empresarios le ofrecían un almuerzo. Ese es su problema. Cero tolerancia a la crítica y una desmesurada soberbia. No soporta nada ni a nadie que lo contradiga. Escoge vivir una falsa vida de fábula.
Pero hasta en los cuentos infantiles, hay duendes malos y de vez en cuando, una bruja que derrumba el mundo ideal. Por eso, los que lo rodean, prefieren evitar ciertas realidades y hacen malabarismos con luces de colores, para que su ánimo no decaiga, todos participen de la piñata y que siga la fiesta. Es en esos momentos, cuando es inocultable su desconcierto. Como creer que con los recursos que emanan de él, sea posible que sus amigos a quienes invita magnánimamente, hagan por ejemplo, lo del Fondo Indígena. Cómo es posible que sus cercanos, asalten tan groseramente el cofre del tesoro. Y llora y patalea y se enoja y se venga. Pero como es muy dura esa realidad para aceptarla, opta por deshacer a los de afuera, a los que interrogan, no fiestean y es a esos a quienes no quiere ni oír. Lanza improperios para que lleguen allá lejos, donde existe un odioso imperio que lo ignora, pero donde bipolarmente él acude en busca de apoyo e inversiones.
Vive tan encerrado en su gran ego, que está seguro que hasta los recaudadores de impuestos, lo boicotean para que la responsabilidad de todo, recaiga sobre él. Lo critican de un viejo amor a quien él ya ni recuerda, -han sido tantas- sin pensar, que ella usó el romance para demostrar que era la preferida e hizo uso de sus prerrogativas. Está desesperado y rabioso y así aturdido aclara oscureciendo, empeorando aun más la situación.
Su escudero tan petulante como él, tiene lo suyo. El estilo solemne adoptado, hace que se lo vea muy orgulloso de sus logros y se muestra como un buen hermano y generoso pariente. Uno de los malos descubre que no es el matemático que se pensaba, pero hay que reconocerle que cálculo si estudió, del otro, pero cálculo al fin. Y los que han venido mirando con preocupación lo que acontece, empiezan a pensar que son demasiadas mentiras y esperan que terminen la fiesta y se vayan por donde vinieron.

Esa es la cuestión.
Independientemente del resultado del referendo, los cuatro años que le quedan puede ser usado de dos maneras diferentes. O se da un baño de humildad, empieza a enmendar errores y podría ser que parte de la ciudadanía y la historia se reconcilien con él. Pero, si continúa ignorando la responsabilidad que le corresponde y sigue culpando a otros, a los de afuera, cobra revancha, se sube un par de peldaños más, quema sus naves, prescinde de la ley, puede terminar como varios otros mandatarios que le colmaron la paciencia a la ciudadanía. El país demanda explicaciones, disculpas y sinceramiento.
Ya no hay muchas más alternativas. Todos los ojos están atentos al evento del 21. Este cuento está por terminar. El universo de ensoñaciones ha empezado a ingresar indefectiblemente al mundo real. Y es en ese mundo real, en el país verdadero, donde hay millones de personas que necesitan verdades. Y están decididas a exigirlas.