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La crisis abre camino a grandes e importantes oportunidades siempre y cuando se sepa identificarlas, la que se vive en nuestro Departamento igualmente genera alternativas para por lo menos aprender como no debemos administrarnos nunca más, claro que debemos tener la amplitud suficiente para entenderlo y asumirlo en la práctica.
La vieja Prefectura que manejaba unos cuantos millones de dólares y unos cientos de empleados quedo atrás, la Gobernación de las centenas de millones del dinero del petróleo con miles de funcionarios es la realidad que aún vivimos, tener más dinero no implica necesariamente tener más personal aunque algunos ven una proporción directa entre estas dos variables. Lo cierto es que hay una relación directa entre la cantidad creciente de dinero en el presupuesto y el incremento de espacios laborales, bajo el argumento de que la norma establece un cierto porcentaje para sueldos y salarios se ha desnaturalizado una institución como la Gobernación saturandola de empleados y contratos eventuales ocasionando una carga demasiado pesada incluso para esta ahora no tan rica institución tarijeña, pero tampoco tan pobre como se la quiere hacer ver…
El descuido en el cuidado del centavo, note la redundancia necesaria, nos ha llevado a tener una serie de gastos insulsos que abren un hueco en el presupuesto departamental, alquileres de inmuebles, personal, consultores y un largo etcétera han sido los puntos de fuga de importantes cantidades de nuestro dinero, sin retorno y sin que nadie se haga responsable, sumas que en su conjunto podrían servir para construir infraestructuras de desarrollo se van -se fueron- en ciertos ítems extrañamente mantenidos y débilmente justificados.
La nueva gestión esta cortando por lo sano revisando una serie de compromisos ya asumidos que deben acomodarse a la nueva realidad de «crisis» departamental. Es probable que los efectos se vean en el recorte de personal, que ojalá sea para quienes llegaron por política en los últimos años cuidando a aquellos recursos humanos que desempeñan funciones hace 10, 15 o más años. Especial cuidado se debe tener con aquellos funcionarios que no son parte del juego político del peguismo de siempre, para que no sean víctimas de el ni tampoco un justificativo para que las nuevas autoridades lo sigan jugando. Llego la hora de la austeridad en un Departamento en el que los millones marearon a parte de sus autoridades e incluso del pueblo también.